La situación es compleja, las noticias falsas se mueven a una mayor velocidad que las verdaderas, se calcula 6 veces más rápido, tienen más difusión, pues generan más impacto, y están diseñadas para dañar a la contraparte y de esa forma, favorecer a un sector en particular.
Si decimos: “el candidato visitó un asilo de ancianos”, poco le interesará a la mayoría de la gente, pero si se dice: “el candidato violentó a una mujer”, la noticia se comenzará distribuir como un reguero de pólvora, y que mejor ejemplo que el caso de José Ignacio Palma, candidato falsamente acusado de abusos sexuales dos días antes de las elecciones de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de Chile (FEUC) en octubre del 2018.
La naturaleza humana le dicen algunos, así de expuestos estamos…
Pero partamos definiendo que WhatsApp no es una red social como algunos creen, pues tú no ves, ni administras una lista de contactos y no construyes un perfil público.
Características que la hacen una excelente herramienta de difusión y propaganda política, ya veremos el porqué.
Y todos ya sabemos que las elecciones políticas se están jugando de manera muy relevante en las plazas digitales, es decir, a través de redes sociales y WhatsApp, siendo esta última la más estratégica.
Veamos algunos ejemplos recientes y cercanos.
Brasil, en este país tenemos 147 millones de electores, donde existen 120 millones de usuarios activos de WhatsApp, en las últimas elecciones, Bolsonaro fue el candidato con menos exposición en televisión, pero hubo un punto no menor a su favor, 81% de sus seguidores usaban WhatsApp, versus un 59% del candidato del partido de los trabajadores.
Y además, tuvimos un 61% del electorado Brasileño informándose por este medio.
Algunos politicos buscan generar impacto a través de una campaña que explote la indignación de la gente promocionando rabia, incertidumbre y miedo.
En el caso de Colombia, no fue distinto, pues el 87.3% de la población usa WhatsApp, incluso el candidato Duque (hoy Presidente), a través de sus seguidores, usaba esta aplicación de mensajería para enviar una encuesta previa a la visita a un barrio y así moldear su discurso a lo que la gente quería escuchar.
Ejemplos relevantes tenemos en muchos otros países, España, India, Argentina, etc.
En Chile tenemos WhatsApp instalado en 94 de cada 100 celulares y el 71% de los chilenos están conectados al menos 3 horas a su dispositivo móvil por día, que mejor caldo de cultivo para la propaganda…
¿Pero que es lo que hace a WhatsApp tan popular entre los políticos?
Muchas cosas, primeramente, los mensajes vienen de gente como uno, por ende inconscientemente les asignas más credibilidad… pues transmiten informalidad y cercanía.
Además es el principal medio de comunicación interpersonal, la amplia mayoría de los usuarios de internet lo usa y por otra parte, WhatsApp ocupa el 25% de la actividad de los Smartphone, al final del día, los celulares son una extensión de la propia persona…
En adición, WhatsApp no tiene un filtro como en algunas redes sociales y adicionalmente, es usado por adultos mayores que en general no tienen redes sociales.
Y finalmente, no puedes validar la fuente, es decir, el origen de la noticia es indeterminado, aún más, las vías de difusión no son identificables… en resumen, nadie se hace cargo… se puede fácilmente tirar la piedra y esconder la mano.
Otra característica es que a través de los rumores y noticias falsas, se puede indirectamente pautear a los candidatos, que en vez de hablar de sus propuestas, tienen que dedicar tiempo valioso y escaso a desmentir lo que dicen las redes sociales y WhatsApp.
Con lo anterior se “democratiza” la política, pues no hay dependencia de grandes medios como era en el pasado, recordemos que en el plebiscito político de Chile del año 1988 la oposición sólo tuvo 15 minutos diarios al aire en televisión por 27 días… este es un excelente ejemplo para mostrar como la tecnología y las nuevas plataformas han cambiado nuestro acceso al mensaje de los politicos.
Si bien las personas son renuentes a compartir contenidos políticos, sólo basta que unas pocas en ciertos grupos lo hagan para hacer viral la información.
Pero la compañía a cargo de WhatsApp, Facebook inc, está preocupada, y por ende se están analizando acciones:
Mis recomendaciones y recomendaciones para los candidatos son básicamente:
Desafortunadamente, la frontera entre los hechos y opiniones es cada vez mas imprecisa y WhatsApp es una excelente herramienta de propagación de mentiras y verdades a medias, por lo anterior, no es de extrañar que las próximas elecciones se jueguen principalmente en el mundo digital.
No debemos olvidar que en la propagación de mentiras se usa mucho la táctica del “Caballo de Troya”, es decir, se oculta una mentira entre algunas verdades, pues así se cumple mejor el objetivo de confundir. En otro frente, el mensaje no puede ser tan elaborado, pues pierde la cercanía que lo hace más creíble.
El voto populista se gana día a día alimentando al electorado con estímulos, engordando sus miedos, sus prejuicios y convicciones en busca de un fin electoral.
Y bueno, que mejor que una aplicación como WhatsApp que se estima es revisada 26.4 veces al día por cada usuario…
Claramente, no es la intención de este artículo condenar a WhatsApp como plataforma política, como toda herramienta no está en ella la maldad o bondad, sino en el uso que los diversos individuos le pueden dar.
No son tiempos fáciles para los «embajadores de la verdad» en esta irrupción de populismos de ambos extremos apalancados en los nuevas plataformas digitales.